A media mañana le esperaban en la redacción de Periódico de Ibiza y Formentera. Nunca se presentó. Aquel hombre, corpulento y lenguaraz, tan entusiasta como generador de entusiasmo, bon vivant, ingenioso y despistado, murió en soledad de forma repentina. Un ictus le arrancó la vida. Tenía sesenta años. Su desaparición, era septiembre de 2021, dejó un hueco difícil de llenar para muchos ibicencos. Especialmente, para quienes compartimos oficio y trabajos con él. Jesús Turel aterrizó en Ibiza a finales de los años ochenta para remover el gallinero mediático de la isla gracias al callo que había hecho durante su primera etapa profesional, repartida entre Madrid, donde nació, y León. Tres rasgos caracterizaron su manera de hacer las cosas. Fue un culo inquieto: eso le hizo pasar por prácticamente todos los medios de comunicación insulares. Como redactor jefe de diarios en papel, editor de televisión, director de revistas, coordinador de suplementos, tertuliano radiofónico, jefe de comunicación en campañas electorales, profesor en la Escuela de Turismo o reportero de calle –función que volvió a ejercer con maestría poco antes de morir– dejaba su sello. Fue generoso: cuando debía reclutar redactores o fotógrafos para un proyecto personal o por encargo se dejaba la piel para que las retribuciones estuvieran a la altura del trabajo a realizar, algo que no suele ser habitual en este gremio. Además, si le proponían liarse la manta a la cabeza para colaborar con aventuras románticas que estaban saliendo del huevo el sí ya lo tenían por anticipado. Y, también, fue un apasionado del periodismo incómodo; es decir, del periodismo real. Sabía diferenciar cuándo tocaba ponerse el traje de relaciones públicas –dominaba como nadie los contenidos publicitarios: el flechazo que sentía por Ibiza, su sol, su gastronomía, la tranquilidad del campo y el bullicio de la juerga, le convertía en un vendedor único, en un fenicio a caballo entre los siglos XX y XXI– y cuándo pisar aceras, levantar teléfonos y meter el dedo en la llaga. Esos tres rasgos de su personalidad lo convirtieron en el primer colaborador que tuvo Noudiari. Cuando nos convertimos en el primer medio nativo digital de las Pitiüses, Turel firmó un artículo que ha sido una especie de amuleto para el proyecto. Bajo el título de Endavant! auguraba una larga trayectoria a un medio que nacía “libre como el viento”. Su olfato periodístico no le falló.
Sin duda, uno de los mejores articulistas que ha alumbrado el periodismo ibicenco. Piña fue un autodidacta. Antes de estrenar los dieciocho, este mallorquín que había llegado a Ibiza siendo un niño ya era una voz reconocida en las ondas de Radio Popular. Pulió la verborrea que siempre le acompañó en la Universitat Autònoma de Barcelona, donde formó parte de las primeras promociones que estudiaron la carrera de Periodismo. De locutor de radiofórmula se convirtió en un redactor que escribía muy bien. Durante dos décadas tomó, con ironía y finura, el pulso a la actualidad cultural de la isla. Además, publicó varios libros sobre temática social, cultural o política, cultivando la crónica y el perfil. Su ingenio lo reservaba también para las columnas de opinión que firmó en los medios donde trabajó. Al final de su carrera, también lo sacó a pasear en Noudiari. Entre 2013 y 2016, Piña dejó una colección de columnas mordaces donde repasaba la actualidad política y social de la isla con la misma gracia que utilizaba para rebautizar con otros nombres (y apellidos) a los compañeros con los que compartió escritorio. Murió el 31 de octubre de 2021 a los 66 años.
Los últimos los había pasado alejado de la profesión a consecuencia de los problemas de salud. Pese a todo, su desaparición también causó consternación entre todos los periodistas –y lectores– a los que hizo reír y reflexionar cada vez que leían un texto con su nombre bajo el titular.
Algunas de sus más fieles amistades se dedican todavía a este oficio. Y él, poeta, sabía mirar la realidad con los ojos de un cronista. Por esa razón, para Manu, como lo conocían quienes lo quisieron en vida y, casi cinco años después de su muerte, todavía lo recuerdan con nostalgia, no fue difícil colaborar con Noudiari. Se sacó de la manga una columna, a la que llamó TergiVersat, donde comentaba la actualidad en verso. De forma descarnada, claro, y divertidísima. Por ejemplo: El sadomasoquisme electoral / també ve a ser una mica “marca Espanya” / la sardina s’abraça a la piranya / reconeixent-li l’ímpetu dental. Nacido en Ibiza en 1975, Manel Marí desarrolló su carrera literaria desde Valencia (donde había estudiado piano y psicología, y se había licenciado como sociólogo en la universidad), aunque siempre mantuvo un fuerte vínculo con la isla. Con treinta años, su obra No pas jo recibió el Premi Mallorca de Poesia y lo consolidó como una de las promesas del género en lengua catalana. En 2007 consiguió el Premi Ciutat de Palma Joan Alcover con El tàlem, otro de sus libros más reconocidos. Cuando otorgaron en 2016 a Tavernàries, el Premi València pocos podían imaginarse que aquella sería su última publicación. Con apenas 42 años, el 31 de enero de 2018 murió a causa de una gripe A que se agravó por culpa de una infección pulmonar. Años después de su fallecimiento todavía se le siguen rindiendo homenajes en todos los territorios de habla catalana.