En 2012 la información digital era prácticamente inexistente en las Pitiüses. Las webs de Diario de Ibiza, la delegación de Última Hora y Radio Ibiza Cadena SER llevaban más de una década en funcionamiento, pero solamente se volcaban, normalmente a día vencido, las noticias que se publicaban en las ediciones impresas o se emitían en los informativos radiofónicos. Lo mismo ocurría con la página de IB3, el ente público de radiotelevisión que había comenzado a funcionar siete años antes, en la primavera de 2005. Con pocos recursos económicos y un equipo formado por menos de media docena de profesionales, el primer medio nativo digital de Ibiza y Formentera publicó su primera noticia el 30 de noviembre de 2012. El diseño de la cabecera corría a cuenta del artista Ricard Bofill.
Atrás quedaban meses de charlas hasta las tantas de la mañana, garabatos en libretas, sumas y restas en una hoja de Excel y tanta ilusión como ganas de hacer las cosas de una manera diferente a lo acostumbrado. De seguir, en definitiva, la tendencia que desde hacía ya bastante tiempo había cambiado la forma de trabajar de los principales periódicos internacionales. En España, la transición digital había ocurrido a un ritmo más lento. El cambio de tendencia, sin embargo, era inevitable. Hace diez años, la cantidad de móviles inteligentes, con conexión a internet, ya fuera vía WiFi o por satélite, en manos de particulares era cada vez mayor.
Sólo bastaba con llevar la mano al bolsillo, desbloquear el celular y empezar a leer noticias. Desde la web de los medios o, indirectamente, a través de unas redes sociales, como Facebook y Twitter, que también estaban en auge: Noudiari abrió perfiles en ambas para ir consolidando una comunidad. La inmediatez pasó de novedad a ser casi una necesidad para los lectores. Ahí supo nadar este medio, que rompió esquemas mentales dentro del gremio. Nuestra manera de trabajar creó un nuevo ecosistema mediático en la isla. Cambió las reglas del juego. La agilidad para informar, casi en directo, de un suceso, una manifestación una competición deportiva o el pleno de un ayuntamiento dio la vuelta al calcetín a los ritmos y rutinas del trabajo periodístico en la isla. La posibilidad de publicar, prácticamente al instante, fotos y, algo que era muy novedoso, vídeos, abrió nuevos caminos para comunicar.
Mientras la competencia debía adaptarse a la nueva situación, con estructuras y engranajes mucho más grandes, complejos y, por tanto, difíciles de cambiar, Noudiari fue marcando un sello y línea propios. Siempre con un equipo de trabajo pequeño y dinámico, que se ha ido apoyando en diversos colaboradores (columnistas, fotógrafos, viñetistas, diseñadores, comerciales…), y donde no ha faltado el talento y la experiencia. Desde David Ventura y Josep Àngel Costa, Soldat, los dos periodistas que pusieron en marcha el digital al resto de profesionales que los sucedieron, todos con amplia trayectoria en la isla, Rebecca Beltrán, Luciana Aversa, Bea Roselló, Vicent Torres o Natalia Cárdenas.
El equipo fundador sigue al frente de La Pitiusa de Internet, la empresa editora de Noudiari. Diez años después de haberlo soñado, y sin dejar de ser un medio pequeño y modesto, pueden presumir de mantener a flote el periódico que imaginaron. El equipo fundador probó el veneno de la comunicación siendo muy jóvenes y en este panorama fragmentado y hostil para este tipo de aventuras empresariales pueden permitirse el lujo de narrar el presente desde un espacio propio. Las semillas sembradas empiezan a dar frutos, además. Este otoño, Laura Ferrer Arambarri, jefa de redacción de Noudiari desde 2019, ganó el premio que otorga anualmente la Asociación de Periodistas de las Islas Baleares por su trabajo de investigación sobre los presuntos casos de pederastia y abusos sexuales relacionados con un sacerdote de la Diócesis de Ibiza y Formentera.